La Grilla

Opinión | La obsesión por medir

Antonio Abascal

18 mayo, 2020 3:19 pm




La pandemia por el nuevo Coronavirus (SARS-Cov 2) paró el deporte en el mundo por dos meses ya que el futbol regresó a través de la Bundesliga, pero lo hizo a puerta cerrada y con una serie de protocolos que resultaron contradictorios por la naturaleza misma del juego. En otros lugares se intenta regresar como en España donde los equipos ya están trabajando por grupos luego de haber afrontado una semana de trabajo individual ante la mirada de los técnicos y en México el miércoles se decidirá si el Clausura 2020 se reanuda o no con los cuatro grandes optando por la reanudación aunque la situación en nuestro país no está tan clara debido a la que la epidemia no ha pegado igual en el territorio nacional.

Pero lo cierto es que antes de la pandemia teníamos un mundo obsesionado por medir: “La película más vista de todos los tiempos”, “tal artista tuvo éxito porque convocó a miles de seguidores o vendió millones de discos”, las redes sociales nos hablan de número de seguidores y de interacciones; los libros se convirtieron en best sellers y en el deporte también se cayó en lo mismo. En específico la FIFA pedía estadios de 80 mil aficionados para las ceremonias de inauguración y las finales de los mundiales, el Comité Olímpico Internacional cayó en una espiral de escenarios de gran magnitud que acrecentaron los costos de los países que albergaban las justas olímpicas y que luego se enfrentaban a que varios de esos inmuebles quedaban en desuso, por lo que la crisis económica que se vivió en Europa y la negativa de varias potencias a recibir los Juegos, obligó a modificar al organismo internacional en algo su postura y dar paso a la llamada “Agenda 2020” que llama a los países interesados en ser sede olímpica en aprovechar escenarios ya construidos.

Esa obsesión por medir también llegó al futbol a través de estadísticas tan inútiles como determinar cuántos kilómetros corrió un jugador en el partido, como si el futbol sólo fuera correr o el mejor futbolista fuera el que corre más; se convirtió en “figuras” a jugadores que corrían rápido y, en México, Tigres pagó una fortuna por Juergen Damm, un futbolista joven cuya máxima virtud era ser el segundo jugador más rápido del mundo y por eso se hablaba de su proyección para jugar en el extranjero. La realidad es que Damm ha alternado la titularidad con la suplencia en la escuadra de Ferreti porque pese a su velocidad, no ha aprendido a decidir bien en la jugada definitiva: Cuando tiene que pasar se tarda o dispara, cuando tiene que tirar a gol, pasa; además de que sus centros la mayoría de las veces son equivocados, es decir, su velocidad sirve de poco.

La manera en la que los países poco a poco intentan recobrar su ritmo de vida será un proceso lento que en México se ha denominado “la nueva normalidad”, esa nueva normalidad implicará otro esfuerzo por parte de la sociedad para anexar hábitos y para aprender otras formas de comportamiento. Muchos hablan de que este tema de los partidos a puerta cerrada será parte de esa nueva normalidad al menos hasta 2021, otros creen que hasta que no haya una vacuna lo que incluso podría afectar nuevamente a los Juegos Olímpicos de Tokio, ahora pactados para la tercera semana de julio del próximo año; es decir, es posible que la parte masiva (esa a la que tanto nos acostumbraron y hasta nos enseñaron a emparejar como sinónimo de éxito sin atender a otras virtudes) se verá afectada por más tiempo y así como ahora con la Bundesliga se intentará sacar algunos eventos deportivos para cumplir con los contratos y evitar perder más dinero, es decir, se buscará salvar el negocio del deporte.

El regreso a la actividad en Alemania significó el regreso del Borussia Mönchengladbach al tercer lugar de la tabla tras su victoria y el empate del Leipzig, mientras que el líder, Bayern Munich, mantuvo la distancia de cuatro puntos sobre su más cercano perseguidor, el Borussia Dortmund; pero más allá de las estadísticas, y de que incluso se podrían subrayar las inconsistencias de los protocolos: Jugadores con cubrebocas apartados en las bancas y la prohibición de festejar goles a comparación con todo el forcejeo que sigue existiendo en los tiros de esquina, los reclamos cara a cara al árbitro y hasta la formación de las barreras porque el futbol es un deporte de contacto en el que de nada sirve pedirle a los futbolistas que no se abracen cuando meten gol pero mantener la exigencia de la marca y la pasión a la hora de reclamar un fallo que consideran injusto por el parte del juez central.

El sábado un futbolista destacó por encima de los demás y no marcó gol, tampoco corrió mucho o fue el más rápido. Se llama Julian Brandt, tiene 24 años, ya jugó el Mundial de Rusia 2018 (donde estuvo a punto de empatar el juego contra México con un disparo que pegó en el poste), fue compañero de Javier Hernández en el Bayer Leverkusen y desde la campaña pasada cambió de equipo al Dortmund. En el duelo contra el Schalke 04, Brandt participó en los cuatro goles de su equipo; trabajó en el mediocampo, no encaró e hizo algún desborde por velocidad, no fue el que más kilómetros recorrió, no fue el más rápido, pero dio un taconazo que abrió un gran hueco para Torgan Hazard y que este centrara para que Halland marcara el primero, luego fue capaz de darle el tiempo necesario a la llegada de Raphael Guerreiro quien cruzó al guardameta para el 2-0; ya en el segundo tiempo, volvió a controlar los tiempos para ceder a Hazard para el 3-0, y luego con otro pase sutil en mediocampo arrancó la jugada del cuarto gol de su equipo y segundo de Guerreiro. Su claridad y su calidad para jugar a uno o dos toques fue agua en el desierto tras dos meses sin futbol y en este carrusel del futbol post coronavirus.

Ojalá que ahora que se transita a la “nueva normalidad” entendamos que no necesariamente los bets sellers, las películas más taquilleras, el disco más vendido, los que recorren más kilómetros en el futbol o los más rápidos en el mismo deporte en varias ocasiones no son sinónimo de calidad y que podamos voltear a la esencia del juego donde tipos como Brandt a veces pasan desapercibidos porque no encabezan los rubros de las estadísticas, pero finalmente el futbol es creatividad e imaginación y ahí, este fin de semana, Brandt encabezó la lista y nos devolvió el gusto por el futbol o nos regaló estampas para convencer a las personas que todavía no se enamoran de este deporte.

En la “nueva normalidad” no habrá espacio, por lo menos en lo inmediato, para los grandes conglomerados de personas por lo que como un aprendizaje de esta etapa podemos entender que la obsesión por medir no siempre refleja todo lo que pasa en un terreno de futbol y que no es necesario correr mucho o más rápido, sino hacerlo con sentido para pesar en los momentos determinantes a través de la imaginación y creatividad, lo cual se traduce en verdadera calidad. 





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