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Opinión | EL MAQUILLAJE PERFECTO

Antonio Abascal

30 noviembre, 2020 2:19 pm




El Puebla de la Franja finalizó el “Guardianes 2020” con los argumentos ideales para maquillar un torneo muy parecido a los anteriores; sin embargo, la primera calificación a la liguilla en 10 torneos cortos, o cinco años, y algunos detalles del juego de vuelta ofrecen la perspectiva de una gran actuación cuando la directiva tendría que ser muy fría (como ya es escribió en este mismo espacio hace dos semanas) para analizar un torneo donde se perdió poquito más de la mitad de los partidos que se disputó y en el que en muchos juegos dio la impresión de improvisación en las alineaciones al no aprovechar cabalmente a los jugadores más talentosos de la plantilla.

Aunque algunos hablan de “orgullo”, de que jugadores y cuerpo técnico defendieron la playera y el nombre de la ciudad conviene recordar que la única serie de Cuartos de Final que tuvo una voltereta fue la de León vs Puebla; los otros tres equipos, Chivas, Pumas y Cruz Azul, que ganaron el juego de ida hicieron lo suficiente en la vuelta para clasificar a semifinales, pero lejos de ello, el Puebla fue un equipo atenazado por los nervios, incapaz de desesperar al rival, de hacer sentir que defendería con uñas y dientes su ventaja. El equipo camotero no tuvo la aplicación defensiva y al minuto 4 recibió el gol que ya le daba ventaja a la escuadra esmeralda cuando un centro rutinario desde la izquierda creció cuando Emanuel Gularte se agachó de forma incomprensible para que llegara Fernando Navarro para fallar su remate pero al continuar el viaje de la pelota encontró la pierna de Maximiliano Perg que envió el balón a las redes.

El cuerpo técnico del Puebla fue incapaz de sacar conclusiones del juego de ida que se saldó con una sorpresiva victoria de 2-1 sobre el cuadro leonés que significó romperle una racha de 14 partidos sin derrota; ese miércoles el cuadro poblano fue capaz de dar un buen primer tiempo incomodando al rival, no dejando que pudiera establecer su juego de toque y supo ser contundente con el gol de Omar Fernández y un autogol que se encontró porque Tabó no dio por perdido un balón y porque Santiago Ormeño también presionó al defensor central, pero en el segundo lapso cedió en demasía la posesión del balón y Nicolás Vikonis fue figura para preservar la victoria poblana, en los minutos finales se dio una jugada que el Puebla jamás fue capaz de detectar y, por lo tanto, de impedirla. La llegada al área por sorpresa de Fernando Navarro quien en el minuto 87 remató de cabeza y sólo la estirada de Vikonis evitó el empate; era un aviso ya que fue muy llamativo que el más chaparrito llegara sin que nadie lo notara para rematar de cabeza.

Apenas al minuto 4, León repitió la dosis con Navarro llegando al área para rematar de cabeza, sólo que esta vez Vikonis se vio sorprendido por el desvío de Perg. No se aprendió de la ida y el resultado fue que muy rápido el líder encontró lo que necesitaba para establecer su juego, hacerlo sin prisas y presionar a un rival lleno de nervios. Balones perdidos en la salida dieron la posibilidad a un monólogo local en el que Vikonis mantuvo al Puebla hasta que cayó el segundo gol mientras el arquero local Rodolfo Cota sólo era testigo porque los visitantes eran incapaces de generar peligro. El medio tiempo llegó y dio la posibilidad para que Juan Reynoso jalara por Santiago Ormeño (inconcebible su suplencia cuando pasaba por un buen momento) y por Daniel Álvarez (porque Tabó tiene que jugar siempre a la espera de que la musa lo inspire, algo que rara vez pasa), pero la expulsión de George Corral al minuto 51 impidió ver si los cambios eran suficientes para cambiarle la cara al equipo, aunque empezó a ofrecer el maquillaje ideal: Los “curitas” para que el Puebla y algunos de sus aficionados se sientan víctimas, perseguidos por el arbitraje cuando ya en el primer tiempo, César Ramos Palazuelos pudo haber marcado como penal una jugada muy cerrada donde Gularte llegó con la mano abierta en el momento de hacer un cruce.

León entendió que había hecho la tarea y quitó el pie del acelerador y aun así pudo haber hecho más grande el marcador pero en dos ocasiones Vikonis evitó que la diferencia creciera ofreciendo otro elemento para el maquillaje: “No nos pasaron por encima porque el marcador fue sólo 2-0”, cuando la realidad es que el Puebla fue incapaz de hacer un disparo a portería en todo el juego. El partido siguió ofreciendo elementos para el maquillaje: Al minuto 86, Ramos Palazuelos pudo haber marcado un penal por un jalón sobre Ormeño, pero en lugar de ello marcó una falta previa; sin embargo fue otra gota de maquillaje: “pudo ser el 2-1 y nos metía al juego, ¿por qué no van al VAR y en el penal que se marcó en Puebla, sí?”

La realidad es que el Puebla no perdió por el arbitraje, perdió porque fue superado por un mejor equipo, que además entendió que ya había hecho la tarea y no tenía por qué seguir acelerando. El Puebla encontró el maquillaje perfecto en un marcador corto, en la expulsión y en el supuesto penal, pero su juego en León fue decepcionante porque demostró los mismos problemas de la campaña:  Cambios en la alineación sin justificación (Escoto en lugar Ormeño), preferencia a los jugadores correlones que a los talentosos (Tabó por encima de Álvarez y Martínez), errores puntuales como la barrida de Salas en Puebla que fue una imprudencia que se pagó con el gol de visitante o la ilógica decisión de agacharse de Gularte en el primer gol en León, un equipo que se quedó sin ideas y que fue incapaz de generar peligro en la portería del conjunto de Ignacio Ambriz.

Ese maquillaje perfecto para la eliminatoria también encontró réplica a la hora de calificar el torneo. Clasificar a la liguilla por primera vez en cinco años o ganar un juego de liguilla por primera vez en 11 años tapó la inconsistencia de la fase regular. El Puebla sólo obtuvo 20 puntos, es decir, el 39.21% de los puntos en disputa, pudo jugar la liguilla porque el sistema de competencia brindó una oportunidad que, eso sí, los Camoteros aprovecharon al vencer en penales al Monterrey, pero la realidad indica que esos números hubieran sido insuficientes para llegar a la fiesta de haberse jugado con ocho equipos.

Desde el Apertura 2017, el Puebla sólo ha tenido dos torneos en los que ha sumado más victorias que derrotas: El Clausura 2019 donde ganó 6 y perdió 5 y el inconcluso Clausura 2020 donde llevaba 4 triunfos y 4 descalabros. En el Apertura 2017 registró 3 triunfos por 7 descalabros, 7 victorias por 8 derrotas en el Clausura 2018, 5 triunfos por 7 derrotas en el Apertura 2018 y ahora 6 victorias por 9 descalabros en el “Guardianes 2020”. Traducido a puntos el Puebla ha sumado 16 puntos en el Apertura 2017, 23 en el Clausura 2018, 20 en el Apertura 2018,  24 en el Clausura 2019, 17 en el Apertura 2019, 14 en  el Clausura 2020 que no concluyó y 20 en el “Guardianes 2020”, es decir, el equipo de la Franja se mantuvo en el nivel de mediocridad de los últimos torneos.

La directiva camotera tiene que entender que esta plantilla de jugadores a los que ha mantenido entregará torneos similares porque ese es su nivel, debe entender que necesita hacer contrataciones de futbolistas de mayor jerarquía porque si no el resultado será muy parecido. Hoy, gracias al sistema de competencia que premió la mediocridad, rompió la larga racha de no clasificar a la liguilla, pero no fue por méritos propios sino por el reglamento que se aprobó. Lo mismo tiene que suceder con el cuerpo técnico porque en León dio la impresión, una vez más, que el propio estratega hipotecó las opciones de mantener la ventaja al dejar fuera de acción a los futbolistas más talentosos.

El Puebla encontró razones para sonreír por la gesta de la sub 17 que tras perder 0-3 en casa ante el líder Pachuca se levantó para ir a ganar 2-5 en la capital hidalguense y clasificar por primera vez a semifinales. Eso sí es orgullo, esa sí es una gesta y ese sí es un éxito que sobre todo demuestra que sí hay talento en las fuerzas inferiores por lo que de cara al futuro el equipo camotero requiere que además de los resultados el técnico del primer equipo verdaderamente crea en el trabajo que se está realizando en Básicas para darles seguimiento a sus mejores futbolistas.

Por lo pronto se cierra un torneo parecido a los anteriores pero donde ahora se encontró el maquillaje perfecto para justificar el trabajo del técnico y de ciertos jugadores. La continuidad que tanto defienden ahora tiene un hecho concreto que vender, aunque en realidad el Puebla sigue sumido en la mediocridad. Viene un pequeño receso donde la directiva, con sus hechos, demostrará si a partir de este maquillaje verdaderamente quiere construir un equipo más competitivo en todos sentidos o si este maquillaje es la panacea para seguir instalados en la mediocridad.





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