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Opinión| Sentimientos encontrados

Por Antonio Abascal

26 julio, 2021 10:08 pm




La delegación mexicana que compite con mucha dignidad en Tokio 2020 ya acumula una presea de bronce gracias al equipo mixto de tiro con arco, conformado por Alejandra Valencia y Luis Álvarez, ha logrado el boleto para disputar el juego por la medalla de bronce en el softbol, la clasificación de Alexa Moreno a la final de salto en la gimnasia, la participación de la poblana, avecindada en Veracruz, Sofía Reinoso en el canotaje-slalom donde alcanzó las semifinales en la primera aparición mexicana en esta disciplina y los clavados han obtenido dos cuartos lugares en la modalidad sincronizada. En contraste, los malos manejos de la Federación Mexicana de Ciclismo generaron que Jessica Salazar se quedara sin Juegos Olímpicos, una doble medallista olímpica prefirió el camino de la descalificación a sus compañeras en lugar de apoyarlas tras una buena actuación y la selección mexicana de futbol mostró la eterna irregularidad del balompié nacional.

El Presidente de la Federación Mexicana de Ciclismo, Edgardo Hernández Chagoya fue el villano de las primeras horas de Tokio 2020 ante la digna postura de Jessica Salazar quien tras su primera renuncia para no competir en el ómnium del ciclismo de pista y explicar que era como si Usain Bolt le pidieran correr un maratón, siguieron horas donde la Federación Mexicana de Ciclismo difundió un boletín en el que le abrían la puerta a la ciclista para competir en su prueba, la velocidad para así tener una prueba ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo porque la ciclista ya llevó su inconformidad a esa instancia internacional. Nuevamente Salazar tuvo la dignidad que tanto hace falta a muchos de los dirigentes del deporte mexicano y llorando dejó en claro que habían acabado con su sueño y que tras un mes de angustia no estaba en la mejor condición física y mental para representar al país. Así de un porrazo un dirigente de Federación fulminó un sueño olímpico y le quitó a México una atleta que podía competir ya que en su palmarés hay un récord mundial y está ubicada dentro de los primeros lugares del ranking internacional.

Lo peor es que el actual Hernández Chagoya es el Jorge Castro Rea de hace cuatro años cuando la Federación Mexicana de Esgrima ideó la forma de sacar a Paola Pliego y para ello le inventó un doping positivo, la queretana no fue a Río 2016, luego recibió la disculpa de la Federación Internacional de Esgrima, el laboratorio de CONADE perdió su certificación internacional, pero la atleta se quedó sin esos Juegos en la cúspide de su nivel competitivo y tras naturalizarse por Uzbekistán no pudo clasificar a Tokio porque perdió tiempo en el proceso legal que sigue su curso a nivel internacional. Hernández Chagoya se suma a Kiril Todorov quien brilla por su ausencia desde que inició la pandemia y que vive de los resultados de los clavados, un equipo totalmente dividido por los egos de algunos clavadistas y de los entrenadores. De tal manera lo que pasó con Jessica Salazar no es nuevo para el deporte mexicano que, desgraciadamente, sólo cambia los nombres de los protagonistas afectados pero el veneno es el mismo: Dirigentes de federaciones deportivas con muchos años en el cargo que creen que pueden, y lo hacen, definir con una firma qué atleta puede cumplir su sueño olímpico muchas veces con la venia del Comité Olímpico Mexicano y con la debilidad institucional de la CONADE ya que reglamentariamente está atada de manos ante la definición de asociación civil de las federaciones lo que imposibilita la intromisión del organismo deportivo.

Hernández Chagoya, Todorov, Castro Rea, los hombres y mujeres que han dirigido al baloncesto mexicano en los últimos 35 años son sólo monstruos que han crecido bajo el amparo de un sistema deportivo podrido del que todos formamos parte; dicho de una manera más clara tenemos el sistema deportivo que nos merecemos porque como sociedad hemos abandonado a nuestros atletas; desconocemos sus carreras, sus esfuerzos para llegar ahí pero les exigimos que ganen cuando al deporte más popular y que consume nuestro tiempo de discusión en las sobremesas sólo les pedimos el quinto partido en el Mundial. Cada vez que preferimos consumir la copita oro en lugar de seguir a Alexa Morena, de aplaudirle a Esmeralda Falcón, que debuta hoy por la noche en el boxeo femenil, o que señalamos a las arqueras por ser eliminadas en Cuartos cuando eran favoritas para llegar más lejos, alimentamos a esos dirigentes que viven del desinterés por el deporte de muchos aficionados que sólo viven para aplaudir o para  enojarse por el resultado del fin de semana de su equipo.

Ese sistema deportivo podrido capaz de frenar carreras está compuesto por todos: Malos dirigentes, debilidad institucional, falta de presupuestos, carencia de un proyecto real y transparente para involucrar a la iniciativa privada, falta de planeación, medios de comunicación cómodos incapaces de explicar muchas disciplinas olímpicas para caer en lo más fácil que es el futbol al cual ya tampoco se analiza bien y del cual se aprovechan de su popularidad para caer en los chismes, en lo superficial del deporte, y desgraciadamente una sociedad que sólo voltea a ver a sus atletas en los Juegos Olímpicos para quejarse de ellos porque no ganan cuando durante cuatro años nunca se informaron sobre ello. De ese sistema deportivo podrido formamos parte todos y le pongo otros ejemplos.

A Funes Mori se le ha aplaudido que se sepa el himno nacional, su buena actitud para sumarse al grupo de Gerardo Martino que participa en la copita oro, pero hacemos menos los resultados del equipo de softbol en Tokio 2020 porque las jugadoras son estadounidenses y sólo se ponen el uniforme de México, lo que verdaderamente revela una gran incongruencia. Los medios pasan horas y horas discutiendo la alineación que debe usar Martino en un torneo de pobre calidad y niegan minutos a selecciones y atletas que se codean, ellos sí con los mejores del mundo para llegar a los Juegos Olímpicos, pero el colmo es que en ese deporte que tanto nos quita el sueño seguimos sin aprender como afición: Seguimos instalados en el desconocimiento ya que no hemos aprendido de nuestros grandes descalabros futbolísticos. La historia está llena de derrotas justo cuando los medios inflaron de más el globo y los aficionados compraron para decir “esa selección no trae nada y le ganaremos fácil”.

Sucedió en México 68 cuando la selección iba a enfrentar a Japón por la medalla de bronce y los nipones ganaron, sucedió en Argentina 78 cuando se creía en una joven selección que lejos de avanzar fue el último lugar de ese mundial, sucedió en el camino a España 82 cuando no se clasificó, sucedió ante Estados Unidos en Corea-Japón 2002 en Octavos de Final y fueron los estadounidenses quienes avanzaron, volvió a pasar en Sudáfrica 2010 en la fase de grupos porque a Uruguay siempre se le ganaba en Copa América, pero en el Mundial fueron los charrúas quienes ganaron ese último juego de la fase de grupos para quedarse con el primer lugar y dejar a México como segundo para enfrentar a Argentina, la historia se repitió en Rusia 2018 porque tras ganarle a Alemania, Suecia parecía un grupo de “troncos”, pues bien ese grupo de “troncos” ganó 3-0 y mandó a México a medirse con Brasil en Octavos y ayer volvió a pasar ante Japón en los Juegos Olímpicos porque ya habíamos goleado a Francia y los japoneses no traían nada, es decir, la historia se repite con diferentes nombres, pero en realidad no hemos sido capaces de aprender como aficionados y medios.

Hoy lunes tocaba hablar del gran empate del Puebla en Monterrey donde Nicolás Larcamón dio una cátedra de táctica al acomodar al equipo para jugar todo el segundo tiempo con diez hombres ante un rival con muy buenos jugadores como Monterrey, tocaba aplaudir la apuesta de ir por el empate a pesar de jugar  en inferioridad numérica una vez que los Rayados se fueron al frente, tocaba aplaudir la apuesta de la directiva por la identidad poblana a partir de los dos uniformes del equipo, tocaba reconocer que este Puebla tiene una identidad en la cancha y fuera de ella y ese es un enorme avance, pero en aras a la congruencia sólo me quedo con estas líneas para subrayar que cada deportista que usted ve en los Juegos Olímpicos compitiendo bajo la bandera tricolor es un triunfador porque para llegar ahí tuvo que derrotar primero que nada a este sistema deportivo podrido del cual todos formamos parte.

La actuación de una delegación en unos Juegos Olímpicos no sólo se mide por el número de medallas, sino a través de los llamados diplomas olímpicos (el número de finales en las que aparece el país), y en logros como el de Sofía Reinoso, Esmeralda Flacón o Jane Valencia: Abrir las puertas para nuevas disciplinas. El reto es abrir verdaderos espacios para que cada uno de esos talentosos deportistas pueda contar sus historias y cambiar una perspectiva que se ha reducido a ganar medallas para sentir orgullo o de plano vivir en la indiferencia porque los atletas mexicanos “casi nunca ganan”.





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