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Soliloquio | Nuevo gobierno, expectativas

Felipe Flores

En la víspera de su inicio, son muchas las expectativas en torno a la nueva administración estatal.

Se sabe, no obstante, cuáles serán las principales líneas de acción, al ser difundidas a través de Redes Sociales por el propio mandatario electo Luis Miguel Barbosa Huerta.

Así, a través de diversos mensajes por la vía de Twitter, durante los días recientes han quedado profusamente delineados cuáles serán los rubros en los que serán concentrados los mayores esfuerzos, al menos en el arranque de la gestión.

Y también, cuál será el estilo de gobernar mediante una renovada estructura administrativa que representa, se afirma, “modernización y democratización del Poder Ejecutivo”.

Como sello distintivo, destaca la afirmación suscrita por el mandatario electo en el sentido de que “en mi gobierno, la austeridad, la honradez, la transparencia, el combate a la corrupción y la pobreza; así como la justicia, serán principios permanentes en las acciones de política pública, para que todo se desarrolle en el ámbito de la ley”.

Por los altos índices delictivos y un huachicoleo que aún persiste, la seguridad pública, evidentemente, será preferente y figurará, lo ha reiterado explícitamente, la prioridad.

En sintonía con una de las principales banderas enarboladas por el gobierno federal de la 4T, se intuye igualmente que habrá especial empeño para anular todo acto de corrupción. “La voluntad de mi gobierno contra la corrupción será firme, tope con lo que tope”.

Y aún más: “Revisaremos y fortaleceremos los sistemas anticorrupción, de trasparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana; la eficiencia institucional nos llevará a la real erradicación de la corrupción”.

En torno a esta temática, ha referido que “se terminará la opacidad que ha imperado en el Estado en materia de contratos de obra pública”, para lo cual ofrece “cuentas claras para un gobierno sano”.

Muy relevante lo que se ha planteado a favor del campo, que “tendrá por primera vez en décadas una especial atención, no los voy a defraudar”; en materia de salud “para asegurar el bienestar de todos los poblanos”, y para dar forma al rezagado impulso regional.

Hay otras acciones de implicación financiera que ya fueron anunciadas, cuya atención será inmediata. En estos rubros habrá no solo revisión, sino una investigación para detectar posibles anomalías.

La más relevante tiene que ver con la deuda pública heredada, en especial la vinculada a los denominados Proyectos para la Prestación de Servicios (PPS), cuya contratación comprometida es a largo plazo.

Se sabe que existe una deuda que supera los 13 mil millones de pesos, de los cuales casi siete corresponden al pago de proyectos siempre cuestionados, como el Museo Internacional Barroco, el Centro Integral de Servicios (CIS) y las plataformas de Audi.

Otras decisiones ya advertidas, que se hacen relevantes por su directa afectación a amplios grupos ciudadanos y que estarán en vigor casi en automático, son la terminación del monopolio existente en los centros de verificación vehicular, a la vez de la ampliación para todo 2019 del programa extraordinario de regularización sin pago de multas; la revisión de la calidad de los uniformes escolares, y la anulación de “marcas” institucionales o el uso de colores partidarios en obras públicas, estadios o centros de convenciones.

Y para destacar, el deseo de configurar un gobierno cercano a la gente, participativo. De ahí la propuesta de una consulta pública para una nueva Ley de Participación Ciudadana y la determinación ya asumida, de celebrar audiencias públicas semanales incluso en el interior del Estado, no vistas en Puebla desde la gestión del gobernador Melquiades Morales.

Y en cuanto a la crítica, derivada de la resaca por la polarización que ahora sí parece quedar atrás, sostiene que será tolerante y respetará las expresiones de pensamiento de todas las personas.

Así será, al menos en su etapa inicial, el gobierno que entrará en funciones el próximo jueves, tras días aciagos y un interinato exitoso, pródigo en materia de estabilidad social y gobernabilidad que históricamente habrá que reconocerle a Guillermo Pacheco Pulido.

Luis Miguel Barbosa Huerta, que gobernará para 6.1 millones de poblanos que habitan en los 217 municipios de la entidad, ha ofrecido “una verdadera transformación en la forma de hacer gobierno; las ocurrencias no van a marcar nuestro trabajo”.

Esa parece ser la verdadera expectativa.

 

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