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Opinión | UNA FRANJA MUY TIBIA

Por Antonio ABASCAL

8 mayo, 2023 12:24 pm




El Puebla de la Franja se fue del Clausura 2023 ofreciendo la misma imagen que tuvo desde la pretemporada, la misma que nunca pudo ser corregida y la que en la noche dominical regiomontana se presentó ya que el equipo fue capaz de llevar a cabo la idea que su técnico había diseñado desde la conferencia de prensa del miércoles anterior cuando habló de ser inteligente, de saber gestionar el juego y los momentos y tomó como referencia el partido de la fecha dieciséis que se saldó con derrota de 1-0. Lejos de buscar aprovechar las dudas y el mal momento felino, el equipo camotero fue tibio: No defendió bien ya que Antony Silva lo había salvado desde el primer tiempo, no atacó bien ante las constantes malas decisiones de Omar Fernández y Facundo Waller, no gestionó bien los cambios y desaprovechó la gran oportunidad de un penal cuando no hubo nadie con la personalidad de proteger a De Buen durante tres minutos que pasaron de la marcación al cobro ante los cambios de los dos equipos.

La campaña del Puebla fue tibia desde el inicio hasta el final, alejado de la intensidad (para lo bueno y para lo malo) de la era Larcamón, con la salida de futbolistas de calidad que no fue cubierta ya que los que llegaron quedaron a deber (incluido Facundo Waller quien sólo ofreció destellos), con un técnico que probó y probó pero que ni siquiera fue capaz de ser congruente con sus palabras. El Puebla fue tibio desde una directiva que se conformó con el colchón en la tabla de cocientes y prefirió hacer caja, fue tibio en la dirección técnica con un Eduardo Arce que trató, que buscó alternativas pero que terminó confundido, que fue incongruente entre sus dichos y sus hechos; el Puebla fue tibio en sus decisiones cuando prefirió registrar a Kevin Ramírez por encima de Fernando Aristeguieta, fue tibio con jugadores que no respondieron, otros que tuvieron altibajos, otros que nunca regresaron a su mejor versión e incluso fue tibio en la pretendida oportunidad para los jóvenes ya que algunos tuvieron una participación anecdótica a lo largo del torneo.

Al finalizar el juego en el que el Puebla fue eliminado en la recalificación al caer 1-0 ante una de las peores versiones de Tigres en los últimos años, Eduardo Arce pretendió hacer autocrítica pero sólo ofreció un  compendio de su confusión. Al adelantar que el proyecto se mantendrá dijo: “El proyecto sigue, hay que apuntalar algunas cosas, pero debemos seguir siendo el equipo agradable, el equipo que compite”, cuando en realidad su Puebla no fue agradable (salvo algunas excepciones como el primer tiempo contra Mazatlán, momentos contra Pumas, el segundo lapso contra Toluca y el cierre contra Tijuana), más bien fue un equipo irregular, sin identidad ya que estuvo muy alejado de lo que alcanzó con Larcamón y si le hacemos caso a las palabras del timonel sólo en el segundo tiempo ante Toluca y el cierre contra Tijuana se vio lo que buscaba.

Fue el propio Eduardo Arce quien sacó a colación la imagen que buscaba del equipo en la rueda de prensa posterior a la derrota ante Toluca, pero acto seguido por propia decisión sacrificó a los centros delanteros al visitar a Tigres en otro juego que se perdió y que significaba ya no depender de sí mismo para alcanzar la calificación. Obligado al triunfo ante Tijuana el Puebla, con algún sobresalto, se vio bien y aprovechó los errores de los fronterizos para hacer su parte y después recibir los favores de Cruz Azul, Atlas y Monterrey para acceder a la recalificación donde desde la previa mostró que el reciente duelo ante los felinos no había servido para sacar otro tipo de conclusiones más que para tratar de cerrar nuevamente el duelo como lo reconoció ayer por la noche al admitir que el plan en el primer tiempo había “salido si no perfecto, muy cerca de ello”, cuando la realidad es que Antony Silva había mantenido en la pelea a su equipo con algunas buenas atajadas e incluso había contado con fortuna en una jugada en la que Samir voló su disparo cuando ya se cantaba el gol de la quiniela.

El Puebla no perdió porque De Buen falló el penal luego de una eterna espera en la que Nahuel Guzmán le dijo de todo, el Puebla no perdió porque en el disparo de Córdova le dobló las manos a Antony Silva, perdió por la tibieza con la que se encaró este torneo, con la teoría del “no pasa nada” que ayer repitió unas tres veces Eduardo Arce en su rueda de prensa, al tiempo que explicó la salida de Mancuello (aquejado de un dolor estomacal), luego de que los cambios en lugar de ayudar terminaron por facilitar la labor de los felinos que no sufrieron salvo en la jugada del penal luego de que la musa bajó para tocar a Fernández quien tras una serie de recortes encontró la mano de Diego Reyes para que se abriera una posibilidad prácticamente de la nada para los Camoteros, misma que se malogró luego de una serie de eventos desafortunados en los que Guzmán se comió mentalmente a De Buen y Siboldi a Arce al mandar varios cambios; lejos de esperar el resultado de la pena máxima, el timonel del Puebla también aprovechó para hacer tres sustituciones de un jalón y alargó la espera para De Buen, incluyendo la entrada de Kevin Ramírez quien todavía se tardó más dándole más segundos de espera a su compañero.

La tibieza de esta temporada se nota en no definir una idea de juego, se empezó con línea de cuatro ante las primeras goleadas en contra se cambió a línea de cinco, en la desesperación de verse abajo en el marcador contra Toluca se regresó a la línea de cuatro (donde por cierto se nota mejor Gastón Silva, uno de los refuerzos que más ha quedado a deber desde la campaña pasada aunque se enojen algunos despistados), para retomar la línea de cinco y ayer apostar por la de cuatro con George Corral por la banda derecha, con Ferrareis cambiado y con de Buen y Gastón Silva en la central.

Eduardo Arce prefirió apostar por un juego cerrado en el que fueran transcurriendo los minutos y la desesperación de Tigres se hiciera más visible, pero al centrarse en esa opción no tuvo la capacidad para observar el mal momento de los locales, la falta de confianza de Gignac, la ansiedad de Córdova y Laínez, las dudas defensivas y hasta el aterrizaje de Robert Dante Siboldi quien no acaba de encontrar la manera idónea de jugar para los felinos; lejos de tratar aprovechar todo ello, el timonel del Puebla se creyó eso de que la derrota en fase regular sólo fue por un  penal y trató calcar la idea de ese duelo aunque eso sí ahora con un centro delantero al que envió como llanero solitario. Para el timonel poblano el plan había salido casi perfecto, sin atender a las fallas felinas y las atajadas de Silva, pero se le olvidó pedir a sus futbolistas que aprendieran de ese juego en la fase regular donde un error se tradujo en el penal que ejecutó Gignac para adelantar a los norteños, ahora no fue al 47, pero sí al 55 cuando Laínez y Córdova se encontraron luego de un saque de manos para que el segundo sacara un riflazo que no pudo ser repelido por el cancerbero poblano, es decir, apostaste por defender y en un jugada que nació en saque de manos te hacen el gol, otra vez se revela el problema de concentración de la defensa poblana, una problemática que no pudo ser resuelta por Nicolás Larcamón y ahora por Eduardo Arce.

La tibieza de esta temporada se nota en esos parpadeos defensivos, en esas dudas para elegir la mejor jugada a la ofensiva, en la falta de hambre por parte de algunos canteranos para aprovechar las oportunidades, que terminaron siendo más escasas de lo esperado porque Arce Peña conoce a las básicas poblanas, pero que al final de cuentas sí existieron.

La tibieza de esta temporada se nota cuando desde la directiva no hubo recambios para las bajas, la central no se cubrió ante la salida de Israel Reyes, la banda izquierda no recibió refuerzos lo que se tradujo en una nueva oportunidad desaprovechada por Ivo Vázquez y a partir de ahí una serie de experimentos que no cuajaron: Lucas Maia, sin regresar a su mejor nivel, Daniel Aguilar, improvisado ahí, Emilio Martínez cambiado de posición y tras su lesión, Luis Arcadio García y Gustavo Ferrareis también fuera de su hábitat. La tibieza de los jugadores se nota en la incapacidad de varios por alcanzar su mejor versión como el ya mencionado Maia, Emanuel Gularte, el propio Ferrareis, Pablo Parra más tiempo en la enfermería que en las canchas, Omar Fernández, voluntarioso pero alejado de sus momentos brillantes volviendo a ser el futbolista que no decide bien, la tibieza del equipo también queda de manifiesto cuando dependes tanto de los momentos de brillantez de Mancuello. El Puebla fue un equipo sin desequilibrio que extrañó mucho a Araújo y Cortizo porque no hubo alguno que levantara la mano para hacer la chamba que realizaban los ahora jugadores de Toluca y Monterrey, respectivamente.

La tibieza se nota cuando un equipo que abrió un área de psicología deportiva no pudo levantarse rápido de la goleada en Cuartos de Final de la campaña pasada ante el América y al principio cada gol en contra significaba que el equipo se caía anímicamente y había que esperar que cayeran más; la tibieza del equipo se notó ayer cuando nadie fue capaz de frenar a Nahuel en sus dichos contra De Buen, o que se acercara a su compañero en la larga espera por los cambios autorizados por el cuerpo arbitral. El Puebla fue un equipo tibio desde la pretemporada hasta el partido de anoche en que certificó un torneo donde perdió diez de dieciocho encuentros que disputó y donde la única conclusión “positiva” fue la de no caer de los veinte puntos que significan estabilidad en la tabla de cocientes para no pagar la multa por lo que Eduardo Arce seguirá al frente del equipo tras lo dicho en la rueda de prensa de ayer por la noche.

Dicho de otra manera el Puebla se murió de nada, fue incapaz de aprovechar la oda a la mediocridad disfrazada de emociones al por mayor que es el repechaje. El Puebla fue el único visitante que perdió en esta fase porque no tuvo rebeldía, porque llegó satisfecho por alcanzar vente puntos, porque más allá del criticable modelo de gestión de la directiva siempre enfocado en el negocio y no en lo deportivo, su cuerpo técnico no tuvo hambre de trascender y  porque sus jugadores se han conformado. La principal diferencia entre la era Larcamón y ahora la de Eduardo Arce es que más allá de tener más calidad en la plantilla, el argentino sí intentó trascender con la Franja, el cuerpo técnico de Arce Peña se conformó, nunca fue capaz de establecer un sello propio y los jugadores se dejaron llevar por la inercia, lo cual puede calificarse como conformismo o como tibieza, pero al final de cuentas ayer por la noche el Puebla desperdició una gran oportunidad para convencer a su afición, el propio Eduardo Arce desperdició una gran opción por empezar a alejarse de las comparaciones con su antecesor; la realidad es que la Franja fue tibia y dejó a sus aficionados sin un sentimiento de orgullo, sin optimismo de que las cosas vayan a mejorar en el futuro, porque “sólo es futbol y no pasa nada” como dijo su estratega en varias ocasiones ayer por la noche, en otra muestra más de tibieza.





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