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Opinión | Noches Mágicas

Por Antonio Abascal

9 agosto, 2021 1:11 pm




El verano como estación no ha finalizado pero ya terminaron los grandes acontecimientos deportivos que se pactaron para este 2021, luego de sus suspensiones por la pandemia: La Eurocopa de naciones, la Copa América y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pese a las dudas los tres en su estilo resultaron un éxito, nos regalaron días de muchas emociones y en resumen el deporte tomó el centro del escenario gracias a un gran nivel competitivo. El triunfo italiano en la Euro tras ofrecer una imagen refrescante y derrotar a Inglaterra en Wembley en penales volvió a poner de moda la canción “Un ´estate italiana” de Giorgio Moroder, Tom Whitlock, Gianna Nannini y Edoardo Bennato misma que fungió como la oficial en el mundial de Italia 90 y que hasta la fecha sigue siendo la que mejor refleja el sentimiento de los aficionados a este deporte con respecto al significado de un Mundial.

Los jugadores italianos cantaron parte de sus estrofas en los festejos por el título europeo conseguido con buenos argumentos futbolísticos, en esas estrofas se puede escuchar: “Noches mágicas persiguiendo un gol, bajo el cielo de un verano italiano, en tus ojos hay voluntad de ganar, un verano, una aventura más”. La canción habla de la justa de colores, del viento moviendo las banderas, del sueño que comienza desde niño por lo que para los futboleros tiene mucho sentido, sin embargo, podemos alargar lo que hemos vivido en los últimos días bajo la idea de “noches mágicas”.

Fueron noches mágicas en Europa las que generaron partidos de un nivel muy alto, llenos de emociones ya que desde la fase de grupos ya había juegos que resultaron muy buenos a pesar de la idea que aumentar a 24 participantes atentaba contra la calidad del torneo. La ronda de octavos fue sobresaliente con ese España vs Croacia lleno de accidentes en forma de errores, pero también con momentos de buen juego, la sorpresa por la eliminación de Francia a manos de una valiente Suiza, más tarde la batalla entre los propios españoles y los suizos, la vistosa Dinamarca que fue avanzando gracias a su buen futbol y los italianos que le pegaron a Bélgica. Al final el mejor equipo del torneo, el que mejor futbol realizó, ganó el campeonato tras saber sufrir en la semifinal ante España (el equipo que más predicamentos le causó) y en la final vino de atrás para vencer a Inglaterra en su propia casa.

Los Juegos Olímpicos finalizaron ayer sin público en los estadios pero con brillantes atletas de todo el mundo que lejos de la idea de que la pandemia generaría una versión sin marcas mundiales u olímpicas, resultó vibrante en cada una de las disciplinas que se disputaron gracias al alto nivel competitivo. Vivimos noches mágicas en la natación, en el atletismo con las marcas mundiales de la venezolana, Yulismar Rojas en el salto triple, la de los 400 metros con vallas del noruego  Karsten Warlholm, la de Sydney McLaughlin en la misma prueba pero en la rama femenil, vivimos el primer empate en una prueba atlética en 113 años cuando en el salto de altura el italiano Gianmarco Tamberi y el qatarí Mutaz Essa Barshim igualaron en 2.37 metros con los mismos intentos fallidos y se rehusaron a tener una ronda de desempate lo que significó una medalla de oro para ambos que además comparten la historia de cómo Basrhim impulsó a Tamberi cuando el italiano, harto de las lesiones, pensó en el retiro.

No se daba un empate en el atletismo desde Londres 1908 cuando los estadounidenses Edward Cooke y Alfred Gilbert compartieron el oro en el salto de pértiga con 3 metros y 71 centímetros, ya que el hecho de compartir medallas de oro en Estocolmo 1912 se dio por una controversia que le quitó sus oros al estadounidense Jim Thorpe acusado de violar la regla del amateurismo y cuando el COI, 70 años más tarde, quiso enmendar su error entregó los oros de forma póstuma a Thorpe sin quitarle el reconocimiento a quienes había nombrado campeones: El noruego, Ferdinand Bie en el pentatlón (cinco pruebas atléticas sin relación con el actual pentatlón moderno) y el sueco Hugo Wieslander en el decatlón.

Hubo noches mágicas gracias al baloncesto donde Estados Unidos mantuvo la hegemonía a pesar de haber sido probado por Francia y por España, además de una Eslovenia que se quedó sin medalla pero ofreció un gran nivel competitivo conformándose con el cuarto lugar; noches mágicas en el handball, en el futbol femenil con el triunfo canadiense ante una selección sueca que ofreció el mejor futbol del torneo, en el futbol varonil donde la selección mexicana fue la más goleadora en su camino al bronce ofreciendo una gran imagen tanto fuera como dentro de la cancha incluso con el llamado de Guillermo Ochoa para valorar más a los atletas mexicanos. El futbol se cerró con un gran juego por la medalla de oro donde Brasil derrotó 2-1 a España en el tiempo extra luego de que los españoles empataron el partido con un golazo de Mikel Oyárzabal y estrellaron dos pelotas en el travesaño tras un tiro centro de Oscar y un buen disparo de Brayan Gil.

Esas noches mágicas produjeron cuatro medallas de bronce para la delegación mexicana que conviene analizar con frialdad y donde convendría alejarse de la polarización existente en el país. No es un problema de falta de talento o de actitud por parte de los atletas, ellos compitieron al límite de sus fuerzas y consiguieron resultados históricos para México como un cuarto lugar en gimnasia artística, un octavo en gimnasia de trampolín y aparecer por primera vez en la lucha femenil con Jane Valencia, en la gimnasia rítmica con Rut Castillo o en el canotaje-slalom (aguas bravas) con Sofía Reynoso. Hay mucho por analizar por parte de la CONADE, el propio Comité Olímpico Mexicano quienes en su pugna eterna han apoyado a algunas federaciones cuyos presidentes llevan años en sus cargos y son verdaderos caciques a tal grado de decidir quiénes van a los Juegos sin que alguien les ponga un alto. A la falta de una política de estado en pro del deporte se suma el divorcio de la estructura deportiva con las universidades y una iniciativa privada que tampoco apoya porque no hay transparencia en el uso de los recursos. Es decir podemos criticar (injustamente a los atletas), a Ana Gabriela Guevara, otros a las federaciones, pero la realidad es que lo que no funciona es la estructura del deporte mexicano: Ana Gabriela es hoy lo que antes fue Carlos Hermosillo o antes Raúl González, es decir, los personajes cambian pero la historia en su esencia no. Si queremos resultados distintos en París 2024 debemos hacer las cosas diferentes, pero la realidad es que históricamente nuestro país lleva más de cincuenta años con una estructura deportiva llena de corrupción que sólo ha fortalecido a los caciques que están al frente de las federaciones deportivas de nuestro país.

Las noches mágicas de Tokio nos dejaron nombres propios como Eliud Kipchoge, tercer hombre que gana dos ediciones del maratón olímpico tras Abebe Bikila (Roma 60 y Tokio 64) y el alemán oriental Waldemar Cierpinski en Montreal 76 y Moscú 80; el de Elaine Thompsom Herah primera mujer y segunda persona en general en ganar el doblete en los 100 y 200 metros planos en dos ediciones olímpicas consecutivas, el de Emma McKeon ganadora de siete medallas en la natación, el de Allyson Felix quien con once medallas es la atleta de pista estadounidense más laureada de la historia superando incluso a Carl Lewis, el de Siffan Hassan ganadora de dos oros y una plata en pruebas de medio fondo, el de Sue Bird y Diana Taurassi en el baloncesto, el de Caeleb Dressel quien tomó el testigo de Michael Phelps, entre tantos otros.

Esas noches mágicas también nos deben dejar enseñanzas para la vida como Kateryna Johnson Thompsom quien se levantó lesionada para terminar su heat de 200 metros en el heptatlón femenil o el de Abdi Nageeye quien en plena recta final del maratón peleando con un keniata por la medalla de plata tuvo tiempo para impulsar a Bashir Abdi quien parecía quedarse, al final tanto Nageeye como Abdi se quedaron con presea de plata y bronce, respectivamente, sacando del pódium al keniata, Lawrence Cherono. Ambos nacieron en Somalia pero muy pequeños emigraron, uno llegó a Países Bajos, el otro a Bélgica y ahora los dos son medallistas olímpicos gracias a un grito de motivación. Los Juegos Olímpicos nos dejaron grandes historias de superación a lo largo de 17 noches mágicas que se sumaron a un verano espectacular lleno de amor al deporte, ojalá muchas de sus enseñanzas se puedan aplicar en la vida cotidiana en esta trigésima tercera olimpiada que inició en el momento de la clausura de Tokio 2020 y finalizará en la inauguración de París 2024.





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