La ley y la brutalidad
En la tan nombrada, aplicación de la Ley y la brutalidad policial, hay un abismo que las autoridades no han sabido valorar, la aplicación del uso racional de la fuerza y la incompetencia de nuestros policías en general, son el problema, a lo que se enfrentan en este momento en Tulum, Quintana Roo.
Al examinar, los protocolos de aplicación del uso racional de la fuerza, pueden contener lo que en la ley permite; y lo que, en su consecuencia se convierte en delito, la fuerza pública no puede realizar a su antojo los criterios de una capacitación, para lastimar o inclusive como el caso de Tulum, causar la perdida de vida, de un detenido por la causa que sea.
Si lo vemos con detenimiento, la ambigüedad respecto de quienes son responsables, de las decisiones y acciones de la aplicación del uso de la fuerza, es en primera instancia de los que tienen a su cargo el mando policial; en ese contexto, los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad salieron del marco del derecho.
El uso de la fuerza, no fue proporcional a lo aplicado por los policías con la resistencia de la víctima, la rotación del cuello con la aplicación de una rodilla en su cuello, es en mi opinión la causal de la fractura del cuello, violándose lo contenido en la Ley Nacional del Uso Racional de la Fuerza.
La falta de la aplicación de la reforma policial, con un marco de observación de protocolos aplicables en toda la república, tiene a los policías en una confusión de que hacer y no hacer; los delincuentes o presuntos delincuentes o personas que transgreden la ley, no tienen en su mente que los que los contienen sus actos, tienen que obedecer a una ley, pues de lo contrario se les revierte y se convierten en presuntos responsables.
Este problema complejo, va más allá de un factor local, es un entramado de instituciones que no han sido manejadas con una visión de permanencia y, de un planteamiento escalable y medible; en ello también está, la Cámara de Diputados y Senadores, hacen leyes, que como se dice, las hacen sobre las rodillas, nada más perjudicial que en los últimos 30 años hemos vivido.
Surge un problema, y todos atacan si es la oposición al gobierno actual, y si es el gobierno, al pasado; pero pasa el problema y el estado de las cosas quedan igual, desde una Presidencia de la República, desde una Gubernatura o una Presidencia Municipal, nadie mete mano a un planteamiento escalable de capacitación, todo hoy descansa en que los gobiernos locales, dejen en manos de la Federación la solución.
La institucionalidad, está dividida La política de seguridad ciudadana, enmarca el ejercicio de una Guardia Nacional, como un ente de solución a todo, pero en la letra chiquita se habló de la transformación de las policías locales, pero que en la práctica nada ha ocurrido, no hay certeza que lo que en la provincia se aplica, vaya acorde a las de carácter nacional.
El aumento de mandos militares disfrazados como civiles, no son la solución hasta este momento de lo que espera el ciudadano; si esto, ya hubiera tenido un cambio cualitativo, no estaríamos hablando de este homicidio, que nos pone en el concierto Internacional, como violentos e incapaces, la ausencia de los órganos de control, en cada corporación policial, son el factor determinante de siempre estar en la línea de fallar, los horarios a los que son impuestos los policías conllevan a un cumplir por cumplir; y en la calle, a tener un agotamiento físico y mental, que los conduce a fallar.
Hace unos días en el Estado de México, hablamos de emboscadas de policías que perdieron la vida, y si me lo permiten es lo mismo que ocasiono el homicidio de la víctima salvadoreña; la falta de un mando atento a lo que pasa en su corporación, estamos llenos de improvisados y de acciones que, en la práctica, se traducen en delito, por culpa de esos mandos improvisados.
Hay mucho espacio para mejorar los protocolos en la localidad, que garanticen un trabajo armónico en el desempeño de sus funciones de los cuerpos policiales, pero es necesario, que los recursos financieros sean auditados y controlados para el fin que se persigue, no todo radica en más patrullas y más armas, porque en la práctica hay que tener mayor estado de fuerza, con horarios adecuados.
Es inevitable, pero si, que nos deje enseñanza, de que fallo en el homicidio, donde los policías tendrán que enfrentar la ley; lo vimos en Estados Unidos, también aconteció algo similar; diría el clásico, algo se tiene que hacer, pero se tiene que hacer.
“La impunidad premia el delito, induce a su repetición y le hace propaganda; estimula al delincuente y contagia su ejemplo”. (Eduardo Galeano)