Sea cual sea el resultado de esta Consulta de Revocación de Mandato, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fue electo para seis años y se va a quedar hasta concluir su gestión.
Farsa, hecho histórico, fiesta democrática, rapto de la democracia, como usted quiera llamarle a la acción de ayer domingo, le queda, según el color del cristal con que se mire.
Los recursos que se destinaron a esta acción del domingo, bien pudo canalizarse a un mejor proyecto social y beneficiar a todos los mexicanos.
El objetivo de alcanzar los 37 millones de sufragios, quedó lejos.
Una Consulta más donde nadie gana y todos pierden.
Lo que veremos de aquí en adelante será un incremento de persecución contra el árbitro, contra el Instituto Nacional Electoral (INE).
A López Obrador no le gustan las instituciones.
El presidente de México y sus seguidores, todos, son tan predecibles que ya escucharemos las arengas contra uno de los organismos más sólidos en los últimos tiempos como el INE.
La Consulta no fue lo que se esperaba por qué el INE no promovió como se debía.
La Consulta no alcanzó los 37 millones de votos, porque las casillas fueron menos de lo que se esperaba.
La Consulta no tuvo alta participación porque el INE inhibió la participación ciudadana.
La Consulta no logró los votos requeridos porque las casillas fueron ubicadas en otros espacios distintos a los habituales.
La Consulta no respondió a los objetivos democráticos porque el INE hizo todas las acciones antidemocráticas posibles.
La Consulta no fue vinculatoria por qué el INE cumplió su objetivo de ir contra la decisión del pueblo.
Así arreciarán los lopezobradorista.
Ya lo verán.