La Grilla

Un Poco de Contexto | De taxistas a delincuentes en Cancún

Por Germán CAMPOS

28 enero, 2023 7:39 pm




Cuando UBER empezaba hace algunos años a prestar sus servicios en la zona de Vallarta y Nuevo Vallarta, los taxistas se transformaron en el peor enemigo de los turistas que recurrían a la plataforma como opción de traslado.

De ser los personajes que ofrecían plástica y consejos a los paseantes, mutaron a una especie de delincuentes que arrebataban el pasaje usando el miedo y la violencia, a veces teniendo como cómplices a los empleados de los hoteles, que les avisaban cuando un huésped se atrevía a solicitar un auto de plataforma y contradecir el “consejo” de usar los taxis de sitio.

En Vallarta y Nuevo Vallarta, como actualmente pasa en Cancún y Playa del Carmen, los taxistas cegados por mantener su dominio y precios, principalmente, se sienten con el derecho de atacar en pandilla, de reclamar y defender a como dé lugar lo que sienten es suyo, transportar por precios exorbitantes a los turistas nacionales e internacionales que caen en sus garras.

Cancún y Playa del Carmen son una joya, como dicen popularmente, son las gallinas de los huevos de oro, pero, aunque nos duela, no son únicas en el mapa del turismo.

Costa Rica, Puerto Rico, Ecuador, entre otros, tienen lo suyo y levantan la mano por los turistas que buscan buenas experiencias de viaje y a precios similares, pero en Quintana Roo parece ser que les costará mucho entender que una familia, un grupo de amigos, jamás regresa a donde sus vacaciones, su tiempo de paz, es para siempre, el peor recuerdo de una salida.

Quien ha visto a su familia llorar por el miedo infringido por un grupo de taxistas furiosos e irracionales, sabe que jamás volverás o quizá sí, pero nunca será nuevamente tu primera opción, simplemente no lo será.

Cancún y Playa del Carmen son rehenes de una realidad que repercutirá sin duda en cancelaciones y es que ¿quién en su sano juicio se expondría a una emboscada de este tipo? Nadie quiere ver a su familia pasar un momento de estos, nadie tiene derecho a sacar una sola lagrima a nuestros hijos o generar terror a nuestras familias, por más cegados que estén por el verde de los dólares, color que los marea hasta la estupidez.

Ser taxista es un trabajo digno, que enaltece y genera el sustento a miles, pero no así, no cuando se convierten en su peor versión.

Y es entendible que busquen cuidar lo que consideran suyo, pero quien ha estado en Cancún y tomó un taxi en el aeropuerto, sabe que los precios son altísimos y rosan en lo ridículo, injustificables por tiempo y distancia.

Para quienes ya vivimos experiencias similares, en mi caso Nuevo Vallarta hace años, los destinos secuestrados por este tipo de personajes simplemente dejan de existir,  no regresas y aunque sabes que los sitios son hermosos, nada justifica una lagrima de los tuyos, por el miedo de verse amenazados.

Lástima por nuestros destinos maravillosos, auténticos paraísos, tan cerca de las mafias taxistas, tan lejos de una autoridad que ponga orden de una vez por todas.





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