
La ceniza volcánica representa una amenaza seria para la aviación, y su impacto potencial en los aviones requiere medidas preventivas y vigilancia constante para salvaguardar la seguridad aérea.
La ceniza volcánica es un material particulado que al ser liberado a la atmósfera, puede representar un peligro significativo para la aviación. Esta sustancia, compuesta principalmente por fragmentos finos de rocas y minerales, tiene la capacidad de dañar tanto la estructura externa de los aviones como sus sistemas internos.
1. Afectación a los motores: La ceniza volcánica, cuando es aspirada por los motores, puede causar obstrucciones y abrasión en las partes internas de los mismos. Las partículas finas pueden fundirse a altas temperaturas y formar vidrios que dificultan el funcionamiento del motor. En algunos casos, esto puede llevar a la pérdida de potencia o incluso a un fallo total del motor.
2. Daños a los sistemas de navegación y visibilidad: Las partículas de ceniza pueden afectar los sistemas de radar y otros dispositivos de navegación, interfiriendo en la capacidad de los pilotos para mantener un vuelo seguro. Además, la presencia de ceniza en la atmósfera puede reducir significativamente la visibilidad, creando condiciones peligrosas para el aterrizaje y despegue.
3. Corrosión y desgaste de las superficies del avión: La ceniza volcánica también puede dañar las superficies externas del avión, causando erosión en las ventanas, en las alas y en otros componentes estructurales. La abrasividad de las partículas puede generar un desgaste acelerado y reducir la vida útil de las aeronaves.
4. Contaminación del aire: Además de los daños mecánicos directos, la ceniza puede contaminar la atmósfera, afectando la calidad del aire y, por ende, la salud de los ocupantes de las aeronaves. Esto se convierte en un riesgo adicional, sobre todo en vuelos largos.
Debido a estos peligros, las autoridades aeronáuticas internacionales, como la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y la Administración Federal de Aviación (FAA), han establecido regulaciones estrictas para evitar el paso de aviones a través de zonas con altas concentraciones de ceniza volcánica. En caso de erupciones, los vuelos pueden ser cancelados o desviados, y los pilotos reciben información constante sobre las condiciones de la ceniza en tiempo real para garantizar la seguridad de los vuelos.
La ceniza volcánica representa una amenaza seria para la aviación, y su impacto potencial en los aviones requiere medidas preventivas y vigilancia constante para salvaguardar la seguridad aérea.