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Opinión | La Liga de los billetes

Antonio abascal

25 mayo, 2020 7:17 pm




Nos han llenado la cabeza de la importancia de los proyectos deportivos, nos han dicho que la erradicación del descenso se debe al objetivo de hacer viables a los equipos y fortalecer la inversión de los empresarios que arriesgan su dinero en el futbol, Enrique Bonilla ha dicho que no quiere otro Lobos BUAP en el máximo circuito, pero a las primeras de cambio oyen el canto de las sirenas y se dejan seducir. Son los jerarcas del futbol mexicano que siempre han privilegiado el negocio sobre el deporte, pero que nunca antes habían llegado a niveles de cinismo como en la actual etapa donde han convertido a la Liga Mx en la liga de los billetes donde si quieres jugar en ella debes desembolsar una fuerte cantidad para que se olviden otro tipo de “buenas intenciones”.

Hoy se habla de la llegada de los Delfines de Mazatlán al máximo circuito porque existe un nuevo estadio, porque existe apoyo del Gobierno del Estado de Sinaloa (¿no que se debía erradicar ese tipo de relaciones y la inversión gubernamental en el futbol?), y porque la plaza parece ser un éxito seguro (aunque no han mostrado un estudio acerca de esa aseveración), como no hay ascenso y descenso pues entonces se compra el traslado de una existente (¿no que para moverse de plaza era necesario avisar con seis meses de antelación a la Liga?), aunque eso signifique pisotear a otra afición como se ha pisoteado en el pasado reciente a las aficiones de San Luis cuando se llevaron su franquicia a Chiapas porque los Jaguares se habían movido a Querétaro, que era el equipo descendido; la lista sigue con La Piedad cuando logró el ascenso por la vía deportiva pero Fidel Kuri convirtió a los Reboceros en los Tiburones Rojos del Veracruz, y hasta la afición del Neza que perdió esa final de ascenso ante los propios Reboceros para desaparecer de la llamada “liga de plata” o años atrás con Curtidores que evitó el descenso en la práctica del Puebla de la Franja.

En el futbol mexicano lo que importa es que haya dinero, la Liga MX ha encumbrado directivos y ha escondido sus equivocaciones hasta que el vaso se llena y entonces rápidamente se crea una campaña masiva para lograr la caída del directivo en cuestión como ya sucedió recientemente con Fidel Kuri. Ahora nos hablan maravillas del Estadio de Mazatlán, de la apuesta decidida del Gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, quien llegó al cargo como miembro del PRI. De golpe y porrazo se le da vida a un equipo cuyo único mérito es el de gozar de un nuevo estadio en una plaza turística, sin estudiar las razones por las que el futbol en Sinaloa no ha acabado de permear a pesar de  que Dorados, que juega en la capital de esa entidad ya estuvo dos veces en Primera División y hasta se dio el gusto de contratar a Pep Guardiola en su etapa final como jugador.

Para que  los Delfines de Mazatlán tengan vida se habla de que Monarcas Morelia dejaría su plaza, un equipo con buenos jugadores, que acaba de perder a su técnico (Pablo Guede quien hizo un buen trabajo) y que dejaría atrás 70 años de historia, así como cerca de 30 años consecutivos en Primera División (ascendió por última vez en la campaña 81-82) para nunca más regresar a la división inferior. Se pisotea a una afición que soportó el cambio de dueño de don Nicandro Ortiz a TV Azteca, el cambio de mote de Canarios a Monarcas, el cambio de uniforme que abandonó su tradicional franja roja para dar paso a muchas versiones de uniforme a tal grado que ya no había característico, pero la afición seguía ahí.

Algunos hablan de la violencia en Michoacán como una de las razones del cambio, pero lo cierto es que Sinaloa, desgraciadamente, tampoco es una entidad en calma. Morelia es ya un equipo de tradición en nuestro país que vivió muy buenas temporadas en los 80’s cuando era un equipo modesto pero bien dirigido por Antonio “La Tota” Carbajal, que acostumbraba a hacer buenas contrataciones de chilenos como Marco Antonio Figueroa, Juan Carlos Vera (quien después brillaría en Pumas) y Ángel Bustos, además de tener una buena base mexicana con Ricardo Campos, Pedro Osorio, Mario Díaz, Humberto Roon y Mario Juárez, entre otros. Llegaron dos veces a semifinales: En la 86-87 perdiendo con Cruz Azul y en la 87-88 cuando fueron objeto de las dudas del árbitro, Miguel Ángel Salas y obligados a tirar penales cuando ya festejaban en su vestuario porque creían haber eliminado al América.

Bajo la tutela de TV Azteca ganaron un campeonato y llegaron a otras finales, pero también alternaron con campañas muy grises y coquetearon con los últimos lugares en la tabla de cocientes, en una situación que ha acompañado a los equipos del Ajusco, ya que todos en algún momento han tenido esa problemática y en los 90´s el Veracruz si cayó a la Primera “A”. Ahora, ese grupo empresarial hace un gran negocio desde todos los puntos posibles. Y aquí cabe destacar que como dueño de la franquicia está en su derecho de buscar fortalecer su negocio, pero entonces que los jerarcas de la Liga Mx no nos hablen de valores deportivos, de proyectos sólidos y dejen de manipular con la idea de trabajar por el bien del deporte. El manoseo de franquicias continuará de una forma cínica porque ahora se habla de que Tampico Madero irá a Morelia como parte de la nueva liga de desarrollo.

El futbol mexicano es una pantomima que pretende caminar con un discurso de seriedad que simplemente no tiene. Mazatlán llega con un nuevo estadio y con la posibilidad de construir un buen equipo porque la base ya estaba montada, sin embargo, la historia del Atlante en Cancún debe ser un ejemplo para vislumbrar lo que puede suceder. Un equipo sin tradición en una plaza turística puede ser una novedad los primeros años, pero después corre el riesgo de perderse en esa falta de arraigo de la afición de la plaza; Atlante tuvo el apoyo gubernamental pero cuando se dio el cambio ya no hubo la misma apuesta y el equipo terminó en la Liga de Ascenso. En el caso de Ordaz Coppel ya está en su tercer año de administración por lo que está a mitad del camino y a los Delfines les quedarían dos años y medio de pleno apoyo a la espera de los vaivenes políticos.

Con la mudanza de Morelia se puede esperar todo en el futbol mexicano, sobre todo para las franquicias menos sólidas o para aquellas que pertenecen al Grupo del Ajusco como el Puebla que ya también cocina cambios algunos de los cuales no se han confirmado oficialmente pero que se escuchan fuertemente como la llegada de Carlos Poblete a la dirección deportiva en lugar de Ángel Sosa y de Pablo Boy, hombres de confianza del Ajusco, que se suman a la ya anunciada salida de Chema Martínez al frente de las fuerzas básicas camoteras. La posible llegada de Poblete sería una buena noticia por su cariño a los colores, pero conviene apuntar que al final de cuentas como empleado, dependería de un presupuesto y de los objetivos del dueño de la franquicia, un dueño que ha demostrado que está en el futbol por ser una vía para hacer negocios jugosos.

Con esta historia de Morelia en plena pandemia (que originó una manifestación en esa ciudad michoacana sin cuidar la sana distancia) se demuestra la verdadera razón del futbol mexicano y hace imposible de creer la postura que horas habían anunciado al cancelar el Apertura 2020 para “privilegiar la salud de los jugadores”, cuando en realidad se movieron para facilitar el tema de los contratos que finalizan el 30 de junio. La Liga MX tiene un sabor metálico, cada día es más evidente que los valores del deporte no importan y que los dueños de los equipos gozan al escuchar el ruido que hacen las monedas cuando se apilan, es una liga donde no hay planes a largo plazo en la que sólo cuentan los negocios que se puedan hacer hoy y en los que mañana ya se cambiará el discurso para deshacer un nuevo entuerto.





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