El dilema de Yunes giraba en torno a una sola cuestión: presentarse o no a la votación de la Reforma Judicial. Esta decisión llevaba más de dos semanas atormentándolo.
Cuando descendió del vuelo 0859 de Aeroméxico, a las 14:39, Miguel Ángel Yunes aún no tenía completamente claro el rumbo que tomaría su decisión. El exalcalde de Boca del Río se encontraba visiblemente contrariado. Su teléfono, con terminación 3530, había recibido una avalancha de mensajes, muchos de ellos lejos de ser amistosos.
Desde súplicas diplomáticas hasta amenazas directas, los mensajes cubrían un amplio espectro.
“Habíamos llegado a un acuerdo y te estás echando para atrás”, reclamaba uno.
“No nos falles, eres un hombre inteligente. Sabes lo que te conviene”, le advertía otro.
“Yo me voy a encargar de que todo el país sepa quién eres, Miguel”, sentenciaba un tercero.
El dilema de Yunes giraba en torno a una sola cuestión: presentarse o no a la votación de la Reforma Judicial. Esta decisión llevaba más de dos semanas atormentándolo. Sabía que una oportunidad como esta rara vez se presentaba. Su voto, o incluso su ausencia, tiene el potencial de inclinar la balanza, permitiendo que la reforma —aprobada en lo general y en lo particular por la Cámara de Diputados— se concrete.
No podía olvidar aquella madrugada del 12 de julio, cuando el juez de control Luis Lozada Hernández giró una orden de aprehensión en su contra, como senador electo de Veracruz, por los presuntos delitos de uso de documento falso, falsedad ante la autoridad y fraude procesal, según consta en el proceso penal 151/2021.
Un día antes, el 11 de julio, Yunes había comparecido virtualmente ante el juez, argumentando problemas de salud para evitar ser detenido. Su abogado, Antonio Kuri, consiguió un receso indefinido al alegar que su cliente sufría un severo dolor de espalda y necesitaba atención urgente en la Clínica Mayo.
Con maniobras legales, comenzó a tejerse una trama política que ha desembocado en el dilema actual: ¿Aceptará Yunes sumarse al oficialismo y, a cambio, obtener la “limpieza” de su expediente judicial?
Marko Cortés, líder del PAN, ha lanzado más de 30 llamadas este día. Sabe que este movimiento político podría sellar su propio destino, así como el de Ricardo Anaya y el del panismo en el Senado.
“Exigimos al gobierno federal que cese la presión sobre Yunes con ofertas corruptoras y acciones intimidatorias de la Fiscalía”, declaró la coordinadora de los senadores panistas, Guadalupe Murguía. ¿Sabe algo más de lo que se imagina?
Para algunos, Yunes es un traidor; para otros, un héroe. Algunos lo ven negociando impunidad, mientras otros creen que está “del lado correcto de la historia”.
Una vez más, Miguel Ángel Yunes está en paradero desconocido. No responde llamadas.
#NoMeCorrespondeDecirlo, pero no necesita saltar a Morena. Su simple ausencia en la votación bastaría para que la Reforma al Poder Judicial avance, permitiendo la remoción de jueces y fiscales señalados por corrupción, como aquellos que congelaron su caso durante dos meses para permitirle asumir su escaño.